El cinismo gringo

Uno no deja de preguntarse cómo alguien como Donald Trump llegó a la presidencia de estos Estados Unidos.
Para encontrar alguna respuesta, he tenido conversaciones con mucha gente. Algo que me queda claro es la abundancia de cinismo en sus opiniones.
Por un lado están los Hillaristas, liberales que ven en Trump a un monstruo que hará retroceder el reloj de la historia no solo en la economía sino en lo que se refiere a logros sociales de las minorías que incluyen a mujeres, homosexuales, no-cristianos e inmigrantes.
Por otro lado están los Trumpistas que ven más allá de la realidad y no encuentran defecto alguno en su ídolo, creen, de manera absoluta, que sus problemas económicos y de identidad social serán resueltos por el millonario de Manhattan quien brindará seguridad y desarrollo.
Las mayorías siempre están en medio. Y es en esas mayorías del medio donde he encontrado abundancia de cinismo.
El cinismo se despliega en una filosofía de ‘todos son iguales’ cuando se refieren a los políticos. Algo así como ‘todos tienen cola que les pisen’, lo cual es un problema grave.


Una y mil veces leí en los medios sociales: “They both have issues” Ambos tienen problemas, refiriéndose a Hillary y a Donald. Y es cierto, ninguno de los dos es perfecto, cosa que Hillary estuvo en su momento más que dispuesta a aceptar, no así Trump, quien tendría mucha dificultad en encontrar algo en sus acciones que no sea perfecto o casi perfecto.


Pero decir que hay problemas con los dos es algo así como decir que estar enfermo de cáncer es lo mismo que tener un resfriado. Ambas son enfermedades, es cierto, pero hay diferencias.


Cuando uno mencionaba que Steve Bannon, el asesor de Trump tiene un sitio de web que se considera promotor del movimiento “Alt-Right” que no es más que una nueva forma de llamar al nacionalismo blanco del KKK, la respuesta no se hacía esperar... sí, pero Hillary… Benghazi.


Benghazi, Benghazi, Benghazi y la fundación Clinton, además de los correos electrónicos.


Los que seguimos la política americana de cerca entendemos que el problema de la Secretaria de Estado Hillary Clinton con el ataque en el que el Embajador estadounidense en Libia perdió la vida es que no se reportó adecuadamente, se mencionó una película sobre el profeta Mahoma como causa y no el terrorismo Islámico. Los seguidores de Trump, lectores de Breitbart, el sitio de Steve Bannon seguramente piensan que Hillary personalmente asesinó al embajador.


Los del medio no entienden mucho pero piensan que Benghazi representa algo malo en la historia de la Clinton… Lo mismo que su fundación, que por cierto hace muy buena labor humanitaria y, a diferencia de la fundación Trump, no usa el dinero de otros para fines personales.


Los correos, los correos, mil y una vez se repitió que los correos de Clinton esconden muchas cosas, unos días antes de la elección, el director del FBI dijo haber encontrado más correos… correos. Para cuando se determinó que no había nada grave en los correos ya era tarde, la gente no podía leer la palabra correo sin pensar que algo de malo había tras tanta investigación.

Gente normal, en su sano juicio, no hubiera votado por Trump, a menos que votar por Hillary fuera tan o más malo que votar por Trump. La gente del medio no quiere enterarse de política, les parece aburrida, prefieren ver el futbol. Pero no pueden sustraerse totalmente, algo escuchan, y lo que escuchan es que ambos candidatos son malos, si un voto por Trump es algo malo, un voto por Hillary no es algo bueno. Al final, los dos son corruptos y esa percepción, de que ambos son malos, de que todos los políticos son iguales, es una causa si no primordial, si importante del triunfo del que algunos consideramos una amenaza para la humanidad.

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