Serrat

El Auditorio Nacional  es un orgullo de la arquitectura mexicana que ya había visto desde el avión, la acústica es de primer nivel, escuchar a Serrat “Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así…”, desató mil emociones. Yo creí haber perdido hace muchos años mi capacidad de llorar. Para mi sorpresa, las lágrimas salieron en cascada durante la primera canción.


Lloré porque Serrat tiene 73 años y lo más probable es que no lo vuelva a escuchar en vivo, lloré porque yo ya no tengo 16 años que es la edad en que descubrí sus poemas-canciones, lloré por mi amigo Juan que ya no está con nosotros y que reinventaba con su guitarra toda la música del catalán, lloré porque el país que me acogió con los brazos abiertos eligió a nuestro enemigo, lloré porque mis hijas no hablan un español que pueda apreciar los poemas con música, por estas y otras muchas razones lloré, lloré mucho.


-”¿Si viene Serrat, vienes a verlo con nosotras?” Fue una pregunta inocente a la que no dudé en contestar que sí. Pasaron meses, casi un año y recibí la foto del boleto. -”Ahora vienes”.


Sin dinero extra ni vacaciones disponibles dije que sí, y es que ¿Cómo se le puede decir no a tres amigas de la juventud, a tres mujeres de esas que hacen que uno esté orgulloso de conocer?


Mis 3 amigas son la doctora, la psicóloga y la dentista, profesiones que obviamente no eligieron para enriquecerse sino para ayudar, ayudar, esa es su vida, ayudar. La doctora que atiende a los de bajos recursos, la psicóloga que trabajó en el psiquiátrico y hoy organiza cursos de filosofía para los menores, la dentista que trabaja con bebés.


Mujeres guapas, mujeres generosas, mujeres inteligentes, mujeres sensatas y sensibles. Si mis amigas gobernaran… si las mujeres gobernaran…


Uno se queda sin palabras ante los relatos de unas hijas trabajando en la sierra tarahumara y otras en Alemania con Greenpeace,  de viajes a los territorios Zapatistas de Chiapas y de estudios a Cuba. “Ser de izquierda” tiene muchos significados hoy, para mis amigas ser de izquierda es vivir por y para los pobres, sin fanfarrias ni títulos, levantándose todos los días con la consigna de hacer del mundo un lugar mejor para los que más necesitan.


Mi amiga le abrió su casa a una mujer de la sierra para que fuera a la escuela, no como “caridad” sino como muestra de amistad y de respeto, tratándola no como huésped sino como hermana. Y es que así son mis amigas. No pueden ser de otro modo, no entienden otros modos.


Alguien me dice que no es común que los hombres tengamos amigas de la juventud. Yo no se si sea común pero si se que es un agasajo, los que no tienen amigas no saben lo que se pierden.  


Mis amigos son cabrones, mis amigas son tiernas. Con ellos y con ellas disfruto el desmadre, pero el desmadre es diferente, mis amigos, como dice Serrat, son unos atorrantes, mis amigas son de lo mejor que le pudo pasar al mundo.


Hoy quería platicar mas del concierto, de la música, de las comidas… ¡De las comidas! De vivir el “mi casa es su casa”, de México, de mi querido México, hasta del taxista que me dijo que no era partidario del Peje pero que ante lo que hemos vivido pues, ¨hay que arriesgarse”.


Hoy quería platicar del  centro de lo que hoy llaman La Ciudad de México,  de las cantinas, y las botanas, hoy quería platicar de tantas cosas, de mi Córdoba que cambió tanto sin cambiar nada, hoy quería platicar de otras cosas, pero no pude, porque platicar de mis amigas es compartir con el mundo el gusto y el orgullo de conocer a seres humanos excepcionales.









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