¡Perdieron la razón!

¡Perdieron la razón!


Gente perfectamente normal dice que el calentamiento global es una farsa. Lo dicen con la seguridad de los necios. Una farsa inventada por los chinos para dañar la economía estadounidense.
¿En qué momento siguieron a Alicia dentro de la madriguera del conejo blanco?


Las vacunas dicen, producen autismo. Los “menos irracionales” dicen que hay que dosificarlas y no inyectarlas de golpe, los  que se fueron con Dorotea a la tierra de Oz se abstienen de vacunar a sus pequeños. Bastó un artículo de un pseudocientífico que ha sido totalmente desacreditado para convencerlos.


Ante la pregunta de qué sería más fácil, convencer al 98% de los científicos climatológicos en el mundo de apoyar una mentira o que las compañías petroleras promuevan la defensa de sus intereses, no parpadean. Los científicos mienten.


El gobierno, a través del centro para el control de las enfermedades quiere crear una generación de niños autistas, ¿Es eso lo que estás diciendo? Le pregunto a un abuelo nuevo. No, me dice, pero no saben lo suficiente y yo no me confío, prefiero proteger a mi nieto.


El dueño de un negocio muy próspero, tiene un cerebro donde coexisten maneras racionales de hacer más dinero y teorías de conspiración. Uno pensaría que con ese nivel de estupidez no sería capaz de cruzar una calle y sin embargo… Tiene muchos empleados y gana mucho dinero mientras sostiene que no hay que cuidar al medio ambiente.


El cantinero puertorriqueño que me atiende es inteligente, chispeante diría yo, listo con la broma. Sin embargo,  cree que Trump no miente.


Un programador, produce código, gana buen dinero y acumulaba municiones en su casa porque estaba convencido de que Obama iba a quitarle sus armas.


Un comentarista de radio, amigo personal del presidente, dice que la masacre de Sandy Hook en la que Adam Lanza le disparó a  20 menores y 6 adultos con un rifle semiautomático, es una farsa, inventada por el gobierno de Obama, con niños actores, para promover su agenda anti-armas. Los padres de los menores muertos han sufrido acoso de radioescuchas, como si haber perdido un hijo no fuera suficiente.


Un joven descarriado, después de oír que Hillary Clinton tenía un grupo de niños esclavos sexuales en el sótano de una pizzería en Washington, se presentó, armando hasta los dientes para rescatarlos. Lo único que encontró fue a la policía. Hoy, afortunadamente está entre rejas. De entre los millones que escuchan y creen historias similares, cuando menos él intentó hacer algo.


Uno entiende que el predicador de la esquina que dejó todas sus posesiones para pregonar la inminente venida del anticristo y el fin del mundo tiene problemas mentales serios, pero no piensa que su vecino pueda tener una visión del mundo tan retorcida, sin embargo, sucede.


Los Estados Unidos se convirtió en el país desarrollado donde más gente cree en lo sobrenatural y lo milagroso. Creen en viajes al cielo (con boleto de regreso). El recientemente fallecido Juez de la Suprema Corte Antonin Scalia advertía, cada vez que podía, del poder de Satanás que ronda la tierra promoviendo el mal.


Esta es la gente que votó por Donald Trump, a quien consideran uno de ellos, uno de los que “sí saben”. En verdad creen que con sólo desearlo, las minas de carbón van a ser negocio nuevamente y los mineros volverán a sus trabajos. Creen que el líder les va a proporcionar un sistema de salud insuperable, aunque las noticias confirmen que 22 millones perderían su seguro médico. Creen que en una guerra con Corea del Norte pudiera haber ganadores. Creen que la solución a las guerras del medio oriente es mandar más soldados y obedecer al presidente que sabe más que todos los generales.


¿Cuándo perdieron la razón? Eso es tarea para los sociólogos, yo me limito a comentar una realidad que muchos quisiéramos fuera menos triste. ¿Cómo se les convence de aceptar la realidad? Se aceptan sugerencias.

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