Racismo gringo...

Leo un excelente ensayo de Ta-Nehisi Coates en la revista «The Atlantic». «El primer presidente blanco». Se refiere, naturalmente, a Donald Trump.

Para explicar el título de su ensayo, Coates nos dice que, si bien con excepción del último, todos los presidentes de los EEUU han sido blancos, Trump es el primero cuya «blancura» explica su arribo a la Casa Blanca.

Coates defiende su teoría con una larga, larga lista de argumentos que inicia con la principal: el fenómeno político que es Donald Trump no se explica sin la presidencia de Barack Obama.

El arribo de Trump a la escena política norteamericana se da envuelta en el «birtherismo», la teoría infundada de que Barack Obama no podía ser presidente legítimo por no haber nacido en los Estados Unidos. Trump llevó sus «dudas» al extremo de obligar al presidente a sufrir la indignidad de tener que presentar su certificado de nacimiento… el «birtherismo» (del inglés «birth», nacimiento) de Trump no se detuvo ahí, continuó sembrando dudas sobre los estudios del presidente en Harvard.

¿Quién sino un racista pudo aplaudir la siembra de dudas sobre la legitimidad y la educación de Obama? ¿Presidente negro legítimo educado en Harvard? No es lo que el típico racista estadounidense está dispuesto a aceptar.

Coates continúa diciendo que durante el anuncio de su campaña presidencial, Trump acusó a los mexicanos de ser violadores y narcotraficantes, poco después dijo que un juez con padres mexicanos no podía ser imparcial en el juicio de fraude de la ¿Universidad? Trump (creo que está más que justificado el dudar de que la institución con el nombre del ahora presidente pueda llamarse Universidad).

Los intentos de negar entrada a musulmanes al país son otra muestra del racismo de Trump. Su defensa de la «gente decente» que enarbolaba antorchas gritando consignas antijudías en Charlottesville son otra muestra.

Trump es racista. No hay de otra, pero los que votaron por él… ¿dónde quedan?

Tanto los candidatos demócratas Bernie Sanders y Hillary Clinton como el vicepresidente Joe Biden nos explica Coates, se niegan a ver la realidad. Los tres defienden a los votantes de Trump, recitan diferentes versiones de «no votaron por Trump por ser racistas sino porque su entorno económico les falló».

Ahí radica el problema de los blancos de «buenas intenciones» dice Coates, en su negativa a denunciar lo obvio: Muchos de los votantes de Trump son racistas que votaron por él precisamente por su racismo.

¿Cómo se puede combatir un problema sin siquiera aceptar su existencia? Hasta el ex presidente Barack Obama (en su caso es más entendible) se niega a denunciar lo obvio: El racismo no solo existe en los Estados Unidos sino que es prevalente en un sector de la población y es una fuerza política que fue aprovechada por Trump.

Gente muy bien intencionada sigue repitiendo que los Estados Unidos vive una era ‘post conflictos raciales’. No es con buenas intenciones como van a cambiar las cosas. Negros y hermanos latinos son asesinados por oficiales de policía de manera impune. Las diferencias de oportunidades entre la juventud de diferentes colores son obvias y están a la vista de quien no se niegue a verlas.

Para eliminar un problema hay que empezar por aceptar la existencia del mismo. Aunque no les guste a muchos, entre los cuales me incluyo, el racismo sigue vivo en éstos Estados Unidos.