¿Ahora sí?

Tras la masacre de la semana en Miami, los estudiantes de preparatoria se están organizando. Sus discursos dan envidia a los políticos profesionales. Hablan desde el dolor y el miedo, hablan de sus compañeros asesinados con armas semi-automáticas que fueron diseñadas para eso: para matar. No para cazar ni para tirar al blanco. Para asesinar seres humanos. Llevaron sus protestas a la capital del estado, Tallahassee, las llevaron también a la Casa Blanca. Son jóvenes admirables, inteligentes, articulados, con un mensaje sencillo: Quieren sentirse seguros en sus escuelas, no quieren que las masacres en las escuelas se repitan.

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Hay entusiasmo. Hay esperanza ¿Ahora sí? Nos preguntamos los cínicos. ¿Ahora sí?

Desde la masacre en la preparatoria de Columbine, Colorado, el último año del siglo pasado, donde 15 estudiantes perdieron la vida y 24 fueron heridos, cada nueva masacre es un nuevo grito de esperanza, una nueva posibilidad de leyes con sentido común, la esperanza resurge por un tiempo hasta que desaparece de las noticias o es reemplazada por una nueva masacre.

La masacre en Sandy Hook, donde 20 ¡Niños! De entre seis y siete años fueron asesinados, brindó esperanzas, muchas esperanzas de que lo que los liberales llamamos “Sentido común en la legislación sobre armas” se hiciera realidad. Al final, el tremendo poder de la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) se hizo presente y Sandy Hook y los 20 menores pasaron a formar otra estadística, otra triste estadística.

Los legisladores tienen miedo, mucho miedo. El NRA es muy poderoso, tiene mucho dinero y lo invierte muy bien, tiene listas de políticos, con calificaciones que indican a sus miembros como votar. La primera ley firmada por el patán de la Casa Blanca eliminó trabas para que enfermos mentales pudieran comprar armas, de ese tamaño es su fanatismo.

Repiten una y otra vez que el plan de los liberales es quitarles sus armas, todas sus armas. Nadie propone quitar las armas de nadie. Lo que se propone es regularlas, restringir su acceso, clasificarlas, prohibir solo aquellas diseñadas para asesinar seres humanos. ¡Pasar leyes con sentido común!

Para manejar un carro hay que obtener una licencia, para comprar un arma no.

Solo los lunáticos del NRA y sus seguidores piensan que estar armados es la única defensa contra un estado tiránico, como si sus rifles pudieran contra los tanques y aviones del gobierno. Se ven a sí mismos como “defensores de la libertad” cuando en realidad lo único que defienden es el negocio de las armas, el negocio de la muerte.

Los jóvenes de Miami están levantando la voz. Aun los cínicos tenemos que apoyarlos, si un lado usa el miedo a perder sus armas como detonador del voto, el otro lado debe usar el miedo a perder a sus hijos para contrarrestar al NRA.

Las elecciones se aproximan. 33 de los 100 asientos en el senado están en juego lo mismo que 435 en el congreso.

La única forma de cambiar las cosas es con votos. Los estudiantes de Miami deben de entenderlo, hacer sus propias listas de políticos que reciben dinero del NRA y hacerles perder…

El cínico que llevo dentro se pregunta ¿Ahora sí? El idealista que también llevo dentro quiere pensar ¡Ahora sí!




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