¡El mundo se va a acabar!

¿Cuántas veces, viviendo en estos Estados Unidos he escuchado lo mismo? ¡El mundo se va a acabar!

Y al final… aquí seguimos.

No hablo de los locos que tienen fecha exacta y se paran en el boulevard de Hollywood pidiendo a la gente que se arrepienta por que el fin de los tiempos llega el día… y luego el día… y luego…

Hablo de los cambios que trae el progreso y la tolerancia.

Alguien inició una campaña para que la gente dijera «felices fiestas» en lugar de «feliz navidad». Los liberales entendimos perfectamente que se trataba de respetar a los musulmanes, los judíos, los… y hasta a los ateos. Que «nadie» iba a obligar a la gente a no desear feliz navidad en sus casas pero que los negocios deberían ser un poco más considerados con su clientela diversa ¡El mundo se iba a acabar! Se trataba de una «guerra» contra el cristianismo, Dios se iba a encargar de esos liberales endemoniados… aquí seguimos…

Luego salieron con que el matrimonio entre homosexuales iba a «acabar» con las familias… al final los homosexuales se casaron y… aquí seguimos… con nuestras familias.

La última (esperemos) fue la idea de que legalizar la mariguana nos iba a hacer drogadictos a todos… A partir del primer día del año la mariguana se puede comprar en tiendas (muy elegante la que me toco visitar) y… ya sabe usted… aquí seguimos.

La marcha del mundo no se detiene, si en un lado del mundo siguen cortando cabezas a quien no adora a determinado Dios, en otros lados avanzamos.

Hay días en que no se entiende el mundo. Las fuerzas oscuras quieren que las mujeres dejen de trabajar y no se defiendan a la hora de ser humilladas sexualmente. Quieren que los homosexuales regresen al closet de donde nunca debieron salir y que los que disfrutan de la mariguana la sigan comprando en callejones oscuros beneficiando a los narcotraficantes.


La batalla es diaria, tenemos que seguir adelante aunque alguien siga gritando por ahí que EL MUNDO SE VA A ACABAR.