Vodka St Royale

Si alguien que no sea mi cuate lo lee, va a pensar que soy muy mamón. Pero bueno, solo platico lo que pasó.

El jueves es día de puros, fui con mi cuate el egipcio y la pasamos muy bien… le hice mucha burla por que anda divorciándose y tiene nueva novia, no quiere “dar el siguiente paso” con la novia hasta no finalizar el divorcio (que por aquí siempre incluye arreglos monetarios) para no molestar a su futura ex esposa.
El chiste es que la nueva novia está muy puesta para dar “el siguiente paso” y le estaba mandando mensajes muy provocativos. El cabrón, como buen egipcio, es medio prieto, pero se le notaba el que estaba ruborizándose y, entre el barman Dany y su servidor nos reímos mucho de él.

Después de los puros, normalmente vamos al bar de enfrente, que tiene terraza donde se puede fumar, cosa muy rara por estos rumbos. Los jueves tiene un concurso de Trivia, y una de las amigas es bastante buena así que ganamos el segundo lugar de alrededor de 20 equipos. Nuestras ganancias, hasta la fecha, son 140 dólares, estamos esperando a juntar más para tener una parranda gratis.

Cuando cerraron el “Stadium Tabern”, que así se llama el bar, yo propuse regresar al bar de puros… éramos varios, así que en lugar de esperar a que las tropas se movilizaran, yo me adelanté al bar de puros donde el de la puerta me dijo que estaban cerrando el bar, cosa rara por que eran las 12 de la noche y normalmente cierran a las 2.

Como también soy cuate del que cuida la entrada, me dijo que podía entrar a tomarme “una” pero que iban a cerrar. Entro, pido un trago y resulta que hay un pendejo echando bronca a la barman. Un verdadero hijo de puta.

La historia es que la barman le dio la tarjeta equivocada a la hora de pagar y este hijo de la chingada firmó como si fuera propia, pero, prueba de su pendejez en el crimen, dejó la tarjeta. La barman corrió detrás de él, llamando al nombre escrito en la tarjeta. El verdadero dueño de la tarjeta dijo, perame, esa tarjeta es mía.

Aparentemente eso había pasado el día anterior y este pendejo tuvo el descaro de regresar y todavía echarle bronca a la barman, a la que por cierto llamo paisana porque, aunque nunca ha vivido ahí, nació en Cd. Obregón, Sonora.
Los que me conocen, saben que yo no soy bueno para eso de los chingadazos pero, no iba a dejar que un hijo de puta maltratara a mi paisana. Total que le dije al pendejo que se estaba viendo muy mal y que mejor se callara. El único otro cliente era un cuate que parecía miembro de un cartel. Vino el que cuida la entrada, que, lo mismo que yo no es un Tarzán y le dijo que si no se retiraba iba a llamar a la policía. Yo me pare a la entrada de la barra y le dije a mi paisana que el pendejo no pasaría de ahí. El que parecía miembro de cartel casi lo agarra a madrazos y, al final, el pendejo se retiró.

Sali, la raza estaba afuera y, el de la puerta medio platico lo que había pasado y nos retiramos a otro bar. Los miembros responsables del grupo se retiraron y yo me quede con la banda en el tercer bar hasta las 2.  

El viernes, otro cuate, Robert, un negro que alguna vez fue jugador de fútbol americano y que está promoviendo un nuevo vodka “Royale” que tiene miel de abeja y té verde iba a promover su producto y yo le había dicho que iba a ir. La verdad, yo no quería salir de mi casa otra vez, pero yo había invitado a la banda de la Trivia y ahí te voy para no quedar mal.

Camino al bar, le hablé a Byron mi jefe/socio y le dije: Me voy a echar solo una cabrón, porque yo no aguanto dos crudas seguidas…

Llegamos al bar de puros con las tropas de la Trivia muy menguadas (me imagino que por la cruda) y como siempre, nos recibieron muy bien.
El que cuidaba la puerta el día anterior no estaba, pero al parecer, le había platicado una historia donde yo aparecía como el héroe de la película por defender a Alma, que así se llama mi paisana. Así que me recibieron con abrazos y felicitaciones… si supieran que yo para eso de los madrazos NO me pinto solo… pero bueno.


Una vez en el bar, Robert estaba a cargo de promover su vodka y me recibió como si fuera su hermano, y nos dijo que nos iba a dar “probaditas” así lo dijo, haciendo comillas con las manos. Y efectivamente el vodka no paro de fluir. Una mesera del bar de enfrente nos había pedido que pidiéramos comida para que ella viniera a entregarla y así poder probar el vodka.

Un chavalo (cualquiera menor de 40 es un chavalo para mi) se acercó al grupo y me pregunto si yo o alguno de mis cuates era el dueño. Le dije que no y le pregunte porque hacía la pregunta. Me dijo que al ver como nos trataban los empleados se le ocurrió que éramos los dueños.

También supe que quien yo creía miembro de un cartel había sido Marine y ahora es oficial de policía. Si la bronca hubiera seguido le hubiera ido muy mal al hijo de puta tranza.

La segunda parranda siguió, otra vez hasta las 2 de la mañana, yo deje mi carro ahí y me trajeron por aquello de no manejar en estado inconveniente. Hoy he pasado todo el día sufriendo las consecuencias y bueno, son las doce de la noche y me puse a platicar la historia.

Habría que agregar que yo ya no estoy para esos trotes y que, de vez en cuando si le entro pero que, definitivamente ya no soy el chamaco de 20 años que se puede dar esos lujos.

Estas “aventuras” no son pan de todos los días. Ya soy un padre responsable, pero bueno…. No está demás sentirse y actuar joven, aunque solo sea un rato, muy, pero muy, de vez en cuando.

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