Tres dientes, un pellejito, el banco y 32 centímetros

Empiezo por el final. Los 32 centímetros. Los mexicanos le dicen “Sana Distancia”, los gringos “Distancia Social”, el caso es que no hay que estar muy cerca de nadie porque esto del virus nos llega por aire.

En México la distancia es 1.5 metros. En Estados Unidos 6 pies o 1.82 metros. De ahí vienen los 32 centímetros del título. Si usted se pregunta si esos 32 centímetros protegen más a los gringos, cualquiera le dirá que 1.5 metros protegen lo mismo que 6 pies. Toda clase de medidas nos complican la vida con distancias, pesos, velocidades y ¡hasta las temperaturas! Los gringos usan un sistema británico que ni los ingleses usan, insisten, contra toda lógica, que la distancia entre dos personas para evitar contagio es el equivalente a 6 veces el tamaño del pie del señor Enrique, a quien le dio por ser rey de Inglaterra por ahí del año de mil cien.

La sana distancia y la distancia social vienen a caso porque fue de lo nuevo que encontré durante mi último viaje a la querida patria.

Fui a Mexicali porque ahí viven mi querido primo Juan y su familia y porque queda cerca de Los Algodones, BC que es un buen lugar para recibir tratamiento dental por una fracción de lo que cobran los gringos. 

Traía 3 dientes pidiendo a gritos una extracción urgente… así que conocí a Estefania, joven y guapa dentista con un buen sentido del humor… A los dentistas les tengo pánico, el tratamiento humano de Estefania evitó que saliera corriendo. El primer día me quito 3 dientes y me tomo todas las muestras para que trabajaran en los reemplazos durante la noche y tenerlos listos al día siguiente.

Los Algodones, me hizo notar un buen amigo, es el punto mas septentrional de México, al norte pues. Cruzando la frontera está Yuma. Yuma se disfruta en películas de vaqueros, en una sala de cine con aire acondicionado, porque esto del clima de Yuma o de Los Algodones está para sudar, en serio.

Dormí una noche en Yuma porque cierran la frontera a las dos de la tarde. El servicio de teléfono es muy malo, lo mismo que el de restaurantes. No se conecta uno a nada si no paga extra por el WIFI en el hotel. Tardaron 40 minutos en traerme un omelete y no fue poca la sorpresa de encontrar un servicio excelente de teléfono en Los Algodones, de la comida no les digo mucho, me sirvieron una maravilla en unos 10 minutos.

De Los Algodones a Mexicali. A partir de mi derrame cerebral, no había tomado alcohol por un poco más de un año. Juan me explicó, con su actitud, que no tomar cerveza en Mexicali es un sacrilegio. Tampoco había yo fumado puros en unos 3 o 4 meses y Juan me tenía unos cubanos que resultaron irresistibles.

Al final, fue un gustazo el departir con la familia de Juan entre tragos de ron y fumadas de puros cubanos.

Mi prima es una excelente cocinera y aun sin carne (ya saben que soy vegetariano) se arregló para darme banquetes sonorenses. Blanca igual que Juan, es de Sonora aunque llevan muchos años viviendo en Mexicali. Nacieron Yaquis y se convirtieron en Cachanillas. Chiles rellenos, coyotas, tacos dorados, tacos de pescado empanizado, chilaquiles, molletes, en pocas palabras el paraíso.

Apenas fuimos dos veces a comer: Un día fuimos a Jade, restaurant chino que no ofrece nada especial, otro día fuimos a Cabanna, un restaurant de mariscos de primer nivel, mejor que varios muy, muy caros en la California donde vivo. Servicio excelente y una cocina memorable. Se los recomiendo si andan por ahí.

En general, todos los negocios en México hacen las cosas mejor en en Estados Unidos en estos tiempos del Covid. Algo que no usan los gringos es una especie de tapete mojado para matar virus en los zapatos, casi en todos lados me ofrecieron un desinfectante y ví muy poca gente sin cubrebocas (en EEUU le llaman máscaras).

Abrir una cuenta de Banco resulto una pesadilla burocrática. Los empleados son muy amables pero las reglas. ¡Las reglas! Usando un comprobante de domicilio de mi primo y con mi pasaporte en mano me sentí listo para los banqueros. Error. Una identificación aparentemente no identifica, ni una identificación mexicana y dos estadounidenses. Hacen falta dos identificaciones mexicanas.

Ahí vamos al IFE donde me explicaron que para hacer una cita hay que abrir la página de internet muchas veces, la encargada fue muy explícita: MUCHAS veces. Usted sígale intentando, me dijo, y le van a dar cita para dentro de uno o dos meses. Yo trabajo haciendo páginas de internet y todavía no he hecho una que haya que abrir muchas, MUCHAS veces. Debe ser una tecnología que no conozco.

El banco tampoco aceptó mi acta de nacimiento así que tuve que ir a sacar una licencia de manejo. Una vez que entras al edificio se preocupan mucho del virus, dejan entrar a muy poca gente y las sillas están separadas, hay divisiones de plástico y te dan desinfectante para las manos, una vez que entras al edificio, ya no compartes el virus que te pegan en la cola de 4 horas afuera del edificio. A nadie se le ha ocurrido dar números para que la gente no tenga que hacer fila donde uno se siente como vaca rumbo al matadero.  4 horas en el cálido Mexicali.

Me dijeron que no podía tener la (nueva) licencia permanente porque no vivo en Mexicali. Que me darían una por 9 meses. Al final se equivocaron y me dieron la permanente. Hice la prueba en la computadora y  pase con 85% pero de dl “click” donde decía “dele click” así que borre mi prueba, en otra computadora encontraron mi prueba y me dijeron que había sacado 60%. Como 60 es suficiente para pasar y lo importante es pasar, pues no aclare el error. Estaré en la historia de Mexicali como uno de los conductores más burros. Ni modo.

La prueba de manejo hay que hacerla con automóvil mexicano, mi carro es gringo así que… ni modo. Le hablé a mi primo para usar su carro y mientras esperaba vi que alguien había “prestado” el suyo, me acerque y le dije: -Te doy 20 dólares si me prestas tu carro. El pobre amigo no sabía en la que se metía cuando me dijo que sí.

La prueba es muy fácil, hay que salir y regresar en reversa sin tumbar los conos. Muy fácil. Sentí muy duro el carro pero pasé la prueba, el dueño me dijo que estaba “duro” porque no le quité el freno de mano. Afortunadamente el que me calificó no se dio cuenta. De ahí me mandaron a tomar la foto por otra puerta. El pobre dueño del carro tuvo que correr por otra puerta para alcanzarme y pedirme que le devolviera sus llaves. Cosas de la vida.

Al día siguiente a Banorte donde abrí la cuenta. Pregunté como podía ver mis saldo en linea, me dijo que necesitaba una aplicación en un teléfono. Adelante dije yo iluso, mientras le pasaba mi teléfono. Me explicó que mi teléfono no sirve porque es de Estados Unidos, tiene que ser teléfono mexicano.

Salí todo abatido con la aplicación en el teléfono de mi primo que nunca podré usar. Juan no se dejo desanimar y me dijo -¡Pues cómprate un teléfono! ¿Mil dólares?, pregunté. -No friegues, aquí te encuentras uno por mil pesos.

Lo primero que instalé en mi telefonito fue mi juego de frijolitos, ya les platicaré después, y luego la aplicación del banco que después de seguir mandando mensajes al teléfono de mi primo, decidió actuar correctamente y dame el saldo de mi cuenta. Aleluya.

Hay una prueba que se llama PSA y sirve para medir la posibilidad de Cáncer en la próstata. Lo normal está entre 0 y 4.0. En mis análisis en EEUU salió 5.42, la volví a hacer en México y resultó 0.7. Habra que hacer la prueba otra vez. Espero, cómo siempre, que los mexicanos tengan la razón.

No contento con dejar en mi patria 3 dientes, tuve que dejar un pellejito. Sin muchos detalles, les digo que tengo Phimosis. Para los que no saben, resulta que el glande crece (en mi caso) o el prepucio se achica (en caso de otros). El caso es que la cosa no cabe en la cosa y duele mucho cuando uno tiene una erección.

Necesitaba rasurarme donde no se debe. Fui a comprar una rasuradora a Coppel en lo que tengo que describir como "El escape del Mall". Resulta que hay que pagar para estacionarse. Ahí te voy con mi boleto a la máquina junto a Coppel, me regresan el boleto 3 o cuatro veces. Hay un botón, aprieto, me dicen que el problema es mi boleto, que tengo que ir a Ley. Ahí te voy a Ley, compre una coca cola y fui a la máquina donde tuve que apretar... bla bla ahora tenía que ir a Liverpool. Ahí sí dije, vayan mucho pal carajo como dicen los cubanos, me puse detrás de alguien con un buen boleto y muy pegado salí antes de que bajara la valla.

Me hicieron punto de cruz después de quitarme un pedazo del alma. Como la circuncisión sale más barata con anestesia local, pues me tocó escuchar todo el chisme que se aventó el doctor con la enfermera sobre una tal Claudia, que ha perdido pelo y aparentemente disfruta mucho salir y se pelea con el marido que no quiere ir ni a la esquina. Quise poner música en mi teléfono pero el doctor es de los que no saben muy bien que es eso del WIFI.

Viaje muy productivo. Regreso con cuenta de banco y teléfono nuevo habiendo dejado 3 dientes y una parte de mi parte más querida. Cosas de la vida.




  


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