De Obregón a Hermosillo… ¡En patrulla!
Cuando me junto con mis cuates “Informáticos” (así le pusimos a nuestro equipo de boliche) platicamos de… ya saben… computadoras.
Voy a tratar de platicar ésta historia sin muchos tecnicismos.
Por ahí de los ochentas del siglo pasado… ¡Pa su madre! Estuve laborando en el Ayuntamiento de Cajeme durante muchos años, donde el trabajo era mucho y la paga era poca pero donde cultivé amistades entrañables. Recientemente nos juntamos y acabé con dolor de estómago de la risa gracias a la memoria privilegiada de mi buen amigo Agustín.
Lo que les voy a relatar no me tocó a mí pero, conociendo a todos los personajes de la historia, escuchando la narración de Agustín, mi imaginación hizo que más que escuchar, la viviera.
Para aquellos de ustedes que no se acuerdan o que no habían nacido, les tengo que decir que por ahí de los ochentas no había internet y que las computadoras personales eran un juguete nuevo. Alguien me platicó que el centro de cálculo del estado de Sonora tenía TRES GIGABYTES de almacenamiento en disco…. ¡Su madre! Pensé yo.
El Ayuntamiento contaba con una NCR 9020 con sistema operativo IMOS V. Cosas de nombres técnicos que le ponían y le siguen poniendo los gringos a sus calculadoras, a nadie se le ocurrió llamarla la “Juanita”.
Esta NCR tenía 5 discos fijos y uno removible. Los discos tenían casi 80 megabytes de memoria, con un diámetro físico de 14.5 pulgadas y altura de unas 2.5. Los discos estaban en una especie de "lavadora"... Abrías la tapa, insertabas el paquete, lo girabas a que "trabara", movías una palanquita que hacía que los cabezales de lectura/escritura entraran a los discos, y cerrabas la tapa.
La NCR usaba COBOL (Lenguaje común orientado a los negocios). Este lenguaje y muchas de sus versiones aún se usan hoy. Casi todos los lenguajes modernos tienen un formato “libre” donde no importa cuantos espacios hay entre cada una de las funciones y los comandos, no así COBOL donde las cosas tenían que iniciar después de determinado numero de espacios. Esto es importante como se verá.
Si la ciencia política hubiera avanzado tanto como la ciencia informática, el día de hoy tendríamos políticos que no robaran ni mintieran (uno tiene derecho a soñar).
Entre tres programadores… sin modestia creo que puedo decir que entre tres excelentes programadores, hicimos los sistemas de nómina, contabilidad, agua potable, multas de transito, predial, hasta cementerio y otros etc etc que no recuerdo. Agustín, Noel y su servidor programamos mientras nuestras compañeras Ema, Elva, Elsa, Xochitl y Maribel ponían el toque femenino al equipo, se encargaban de capturar la información que requería el ayuntamiento para funcionar.
Las compañeras, aparte de ser muy veloces capturistas, eran, y seguro siguen siendo, muy guapas. Elva, fanática del orden, imprimió, sin que alguien se lo pidiera, todos los programas, los puso en libros con cada sistema, cada programita (1 sistema = muchos programas) tenía una pestañita con su nombre.
A veces me acuerdo de los cantos de los esclavos, trabajando duro pero cantando contentos. Así eramos nosotros, trabajábamos mas de 10 horas 6 o 7 días por semana. Le dábamos duro pero nos la pasábamos riendo. El sentido de humor de las compañeras que podían teclear muy rápido mientras bromeaban hacían los días cortos. De la paga, ¿que les puedo decir?, poco después de que yo renunciara y cansados del abuso, Agustín y Noel decidieron renunciar… los re-contrataron inmediatamente con el doble de sueldo.
Que todo lo anterior sirva como marco de la parte importante de la historia. El viaje a Hermosillo que se aventaron Agustín y Noel en patrulla.
Los famosos discos fijos “se aterrizaron”, yo hubiera dicho que los discos “chuparon faros” pero creo que eso de aterrizar tiene que ver con que las cabezas lecturas hacen tierra en la superficie del disco. La copia de respaldo donde estaban todos los programas de nómina estaban en el disco removible que también fumó los famosos faritos. De la noche a la mañana, el ayuntamiento de Cajeme no tenía programas de nómina. ¡Pánico!
Yo no estaba ahí, pero si hubiera estado les hubiera recordado a mis amigos que la policía recibe su sueldo en un cheque que imprimimos nosotros y que esos cuates tienen pistolas.
En una junta de emergencia se informó al Tesorero que la revolución estaba a punto de estallar en Ciudad Obregón.
Había que recuperar los programas y lo único que había disponible eran los libros de Elva. Se hizo priorización de los programas, y las compañeras se pusieron a capturar los programas, ojo, contando los espacios entre las palabras que estaban en COBOL pero que para ellas pudieran haber estado en Checoslovaco.
Había que “compilar” los programas y no había computadora. Alguien contactó al ayuntamiento de Hermosillo, la capital de Sonora, que ofreció compartir su máquina.
Una vez tecleados los programas, se subieron a una patrulla con los cheques en blanco, y se fueron a la capital, no se si usaron la sirena pero para hacer de esta historia más interesante hay que pensar que sí.
Agustín y Noel llegaron a Hermosillo con los programas re-tecleados. El proceso de “compilar” que es traducir de humano a máquina, reportó los errores de dedos que eran de esperarse.
Nuestros héroes corrigieron todo, cargaron la información de los empleados de Obregón en la computadora prestada e imprimieron los cheques con tiempo de llegar en patrulla a las 5 de la mañana del día de paga a una ciudad dormida que nunca llegó a saber qué tan cerca estuvo del desastre.
Comentarios
Publicar un comentario