Tan bien que estábamos chingao.

 Tan bien que estábamos chingao.


Durante 60 años de mi vida le he mandado mentadas a todos los políticos, era deporte nacional, quejarse y pendejear a todos los políticos. Hasta los priistas se reían mientras iban a depositar su dinero malhabido al banco. ¿El presidente es una rata? ¡Sí! ¿El presidente es un pendejo? ¡Réquete pendejo!


Así iba la vida, con mentadas y quejas, todos unidos, todos contentos.


Llega un político carismático como nunca hemos visto, de repente y sin aviso, se volvió prohibido quejarse del señor. Algunos se refieren a el como “el viejito”, pero contra nuestras tradiciones, “viejito” es término de cariño.


Lo que no lograron más de 90 años de PRI y de PAN, lo logra “el viejito” en un momento. Poner a hermanos contra hermanos y amigos contra amigos. Amistades se acaban y son reemplazadas con insultos. A mí me dijo una amiga de más de 40 años que tengo “el cerebro lavado” y me bloqueó en el whats. Escucho sobre hermanos que no se hablan. ¿Qué nos pasó?


Es la esperanza. El país se volteó a las urnas para votar, no necesariamente por el “viejito” sino por la esperanza que el señor representaba y aún representa para muchos.


Algunos lo vieron venir, otros quisimos creer y a quienes la desilusión nos ha ganado, nuestra esperanza se convirtió en un coraje visceral, otros aún siguen creyendo, creen por que necesitan creer, por que la esperanza es la tabla que los mantiene a flote en el mar de porquería que siempre ha sido nuestro circo político.


Vivimos en el miedo, vivimos la violencia de una guerra sin sentido, una guerra que ha costado muchos millones y muchas vidas en nuestro México y en el vecino del norte .


Los gringos hoy se retiran de lo que llaman “la guerra más larga de su historia” en Afganistán. Después de 20 años se retiran, abatidos, derrotados. 


¿Y la otra guerra, la guerra verdaderamente más larga? En 1986 Reagan declaró la “guerra a las drogas” hace TREINTA Y CINCO AÑOS. Miles de muertes, más que en Afganistán, millones y millones de dólares en una guerra que no se ha ganado y que, igual que la de Afganistán, no se ganará.


Recuerdo hace muchos años pensar que las drogas era un problema de los gringos, ellos eran los drogadictos, nuestra patria no era más que la ruta de las drogas. Hoy  no. La peste de las drogas nos llegó con una violencia nunca vista, nuestros políticos decidieron hacer su propia “guerra a las drogas”, como si no les hubiera bastado ver las consecuencias de una guerra que no se puede ganar.


Desvarío. Algunos vemos el “abrazos no balazos” como un insulto personal, otros, los que aún tienen la fe completa, ven a los abrazos como alguna solución, algo diferente, algo que acabe con ésta pesadilla. 


Yo no se cuál es la solución de la violencia, me atrevo a sugerir la total despenalización de todas las drogas. 


Algunos gringos pensaron que los Estados Unidos no sobrevivirían ocho años de un afroamericano, otros pensamos que el país no sobreviviría 4 años de Trump. El país sobrevivió. De la misma manera, México sobrevivió 80 años del PRI, 12 del PAN y va a sobrevivir 6 años del viejito.


Espero que los mexicanos puedan poner fin a estos años negros, que las decapitaciones y las masacres sean cosa del pasado.


Cuando ese día llegue, voy a sugerir también que votemos por un político, igual de incompetente pero sin el carisma del actual, un político que nos permita, a todos los mexicanos, en un abrazo fraternal, sin enconos, sin corajes, gritar todos juntos CHINGUE SU MADRE EL PRESIDENTE.







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