Viaje relámpago a la tierra de los gringos.
Agotado, contento.
Viaje relámpago motivado, en principio por unos datos requeridos por el Distrito del Agua de Orange.
Mis clientes se dejan atender vía internet. Les resuelvo problemas en calzoncillos.
El Distrito del Agua tiene servidores que no se conectan al Internet por asunto de seguridad. Ni modo, hay que ir y pelearse con los bits y los bytes en persona.
Llego el sábado con mis hijas, la guara guara interminable en un departamento mucho, pero mucho más bonito y mejor decorado que todos los lugares en los que he vivido. A dormir tarde, cansado.
Domingo a desayunar a un lugar que prometía ser excelente y en el que se les olvidó la sal. Los platillos sin carne resultaron muy desabridos. Célida promete no volver a llevarme a la calle y encargarse personalmente de la comida. Tiene buen sazón, sus estancias en nuestro México le ayudaron.
El fin de semana del día del trabajo ha sido tradicionalmente la reunión de Mensa del condado de Orange. Rentamos los salones de conferencias de un hotel y cada quién renta su habitación en lo que siempre ha resultado una fiesta sin parar de 3 días. El famoso virus impidió la reunión el año pasado y este año se redujo a un día de campo.
Valery tiene un jardín muy grande y es la cocinera oficial de nuestras pachangas. Se reunieron unas 50 o 60 personas, con todas hay algún lazo de amistad pero de ellos, 10 o 12 se convirtieron al pasar de los años en amigos muy entrañables.
No avisé de mi llegada así que mi aparición fue muy celebrada. Nunca he sido el centro de atención pero ésta vez me sentí como mandatario extranjero visitante. Buen rato en eso de los abrazos, creo que a todos nos hacían falta después de tanto tiempo aislados.
Las pláticas como siempre, llenas de ese humor inteligente que hace que uno disfrute doblemente. La comida también, Valery hace algo para los vegetarianos y esta vez hizo unos hongos deshebrados difícilmente olvidables.
Karon es una de las entrañables, tiene una casa con dos cabañitas en la montaña. John le pregunta en cuanto me renta una de las cabañitas para que regrese a California. Sin pensarlo mucho, Karon dijo: -Si me aprieto un poco el cinturón le puedo pagar 500 dólares a Luis para que sea mi vecino.
Yo no conozco de cervezas (ni de vinos) y los mensos son expertos. A John, otro entrañable, le pido que me escoja cerveza en lugares exóticos para no acabar pidiendo IPA (India Pale Ale, la cosa más amarga que he probado) que todos disfrutan pero que yo no tolero. Después de los abrazos, me acerco a la mega hielera de las cervezas, Brian le grita a John que estaba un poco retirado -John, ¿Qué va a tomar Luis?
Los amigos se disfrutan, pero después de vivir un rato en la distancia, el disfrute se multiplica.
Al día siguiente, lunes, me dicen que el Distrito del Agua no ha confirmado mi cita, y habrá que esperar. Ellos se lo pierden. Me tocó otro día con mis hijas que son lo único mas disfrutable que los amigos.
Cuando había preguntado por nietos, siempre me decían -Yo no.
El nuevo novio de Célida es un buen muchacho. Me platica mi hija que el plan es encargar cuando los dos terminen las maestrías… Debo haber despertado a algún vecino pero que creo que eché un grito de felicidad. Célida dice que va a aceptar que le eche a perder un poco a mi nieto…
Sin lograr el objetivo que motivó el viaje, regreso lleno de esa felicidad que no se puede ocultar. Los que iban en otros carros junto al mío deben haberlo notado… Inocultable.
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