Dos viejitas…

Dos viejitas…

Tengo unos “shorts” que son muy muy cortos. Los uso solamente en casa. Un buen día me quedé sin coca colas. Sin bañarme me puse una especie de boina que tengo y ahí te voy a la tienda.

Afuera de la tienda estaba la primera de las viejitas del día, esta viejita es lo que los gringos llaman homeless, que yo traduciría como sin casa. Al salir de la tienda me la encuentro y me dice en voz alta para que la escuchen al rededor -¡Manolo sexy! Me aclaró: -Le digo Manolo por la boina. La verdad es que me hizo el día… Uno se alegra con lo que puede.

El segundo encuentro con una viejita no estuvo tan alegre y la viejita, como se verá, no resultó tan viejita. 

Llevé mi carro a lavar, me senté a esperar con una viejita y como siempre, empecé a platicar… Ella preguntó si le iban a lavar los tapetes, le informaron que eso costaba extra. Ella me dijo que sólo llevaba los 130 pesos que costaba la lavada. Me levanté y le pedí al encargado que lavara los tapetes y me lo cobrara a mí.

Comentamos que el calor estaba a punto de irse pero que estos últimos días estaban pesados, le pregunté si quería algo de tomar, me dijo que agua. Fuí a la tienda, compre agua para ella y coca cola para mí. Le dije que ya pronto cumpliría yo 65 años y quería apuntarme para recibir dinero del gobierno, le pregunté como le había hecho ella. Me dijo que todavía no le tocaba, que ella tenía 62 años. ¡62 años, dos años menos que yo!

No supe si ponerme feliz por que no me veo tan jodido o tristón por ser mayor de quien me pareció mucho mayor que yo.

Ya no seguí mucho con la plática con la viejita que resultó ser menor que yo, y me dije, -Cuando menos mis dos viejitas me dieron tema para platicar.

  






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